CATECISMO. Acto del   
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   Tradicionalmente se ha llamado acto de catecismo, catecismo o catequesis sin más, al encuentro entre catequista y catecúmenos para exponer el contenido de la doctrina cristiana, el mensaje de Jesús, y para lograr el objetivo de la cate­quesis, que es la piedad y la vida cristianas.
   Pero hoy se suele entender por tal no sólo el encuentro y la explicación, sino toda ac­ción, relación, comunicación o intervención, a través de la cual hay transmisión del mensaje.
 
    1. Nombre y conceptos

    Las denominaciones que giran en torno a la idea de catecismo (o acción de catequesis) son diver­sas, según el aspecto que se resalte en cada una.
     -  Se habla de sesión cuando se mira al tiempo o duración del trabajo.
     - Se denomina lección, clase, o tema, cuando se mira con óptica académica y se piensa en ámbito escolar.
     - Se habla de encuentro, de reunión o de trabajo, si se prefiere la referencia a los grupos juveniles de formación.
    -  En tiempos más antiguos se decía sin más "la doctrina", "la catequesis".
    - En tiempos más recientes se prefiere aludir a la "unidad didáctica" cuando se organizan variedad de actividades en torno a un centro de interés: se explica, se lee, se escribe, se dibuja, se estudia, incluso se reza o se canta.
    - El término "cate­que­sis" en general o el de "catecismo" para denominar cada acción concreta están consagrados desde el naci­miento de la modernidad en el siglo XV

 

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    2. Identidad

    Una sesión de catequesis o catecismo implican multitud de rasgos y actitudes y diversidad de formas de actuación. Pero siempre hay un elemento de referencia que es el eje interpersonal entre el catequista y el catequizando y el mensaje que se comunica como mediación de la Iglesia depositaria del mensaje.
    Se realiza la tarea con la intención de instruir como punto de partida y de for­mar y educar como objetivo al que se tiende. Esa relación se desenvuelve a través de conocimientos, acti­tudes, senti­mien­tos, experiencias, actuaciones que prepa­ran a la perso­na para asu­mir la fe.
    El acto catequético ofrece y anuncia la Palabra de Dios a los hombres. Pero lo hace de forma ordenada y progresiva.
    La acción educadora no es una abstracción, sino que mira de forma muy concreta a los destinatarios en cuanto se le prepara a la fe. Por lo tanto tiene que ser fiel a una doble reali­dad: a Dios de quien se habla y al hombre a quien se habla.



 


  2.1. La fidelidad a Dios.

    Es la fidelidad a su Palabra, a su misterio, a su Re­ve­lación. El acto de catequesis se identifica con la evangelización sistemática, que va más allá de la kerig­mática o anuncio oportuno y vivencial.
   Supone una fidelidad para acoger lo que Dios comunica y tal como lo comunica. La raíz de esa acción es la escucha a Dios y la labor del catequista es dispo­ner las mentes y los corazones de los recep­tores de la palabra divina para que la entiendan y la atiendan, para que la personalicen y la conviertan en vida.
   Esa fidelidad por lo tanto reclama transmisión íntegra del mensaje reve­lado, la profundización del misterio anunciado, la acogida del compromiso que insinúa, encauza y sostiene.

   2.2  La fidelidad al hombre.

   Supone también la aceptación de cada sujeto de la catequesis y del grupo, de sus circunstancias y condiciones, así como la adaptación a su categoría de educando inmaduro y en camino.
   Para que esta fidelidad sea posible, han de atenderse e integrar varios elementos:
   - la experiencia humana del catequizando y sus niveles de maduración.
   - el nivel de madurez espiritual por las experiencias cristianas tenidas y por la relación con la Palabra de Dios.
   - la sensibilización para la acogida del mensaje (por la fe), para la reacción interior (por la plegaria), para la formulación de compromisos (por la vida cristiana personal y comunitaria)

  

 
5. La formación de la fe

   Los lenguajes, los estímulos, los recla­mos y las relaciones entre el catequista y el catequizando tienen mucho de pedagogía y de información. Pero hay que recordar que la catequesis es diferente: es un ministerio de la Palabra de Dios. Y esa Palabra es vida.
   Por eso el catequizando no es un alum­no sin más. Es un bautizado, hijo de Dios, elegido, que viene a la catequesis a alimentar su fe. Por eso el catequista anuncia el mensaje desde la propia fe y no sólo transmite su cultura desde su ciencia o competencia humana.
   Su lenguaje, para ser vivo, no tiene que ser ni afectivo ni conceptual con prefe­rencia. Debe ser lenguaje testimonial. Su testimonio es catequesis por sí mismo. El catequista lo es por su presencia no por sus dotes de comunicador o de instructor.


 
  El acto catequético debe encauzarse, de una u otra forma, hacia esa dimen­sión. Por eso la catequesis ni es sermón, ni es lección, ni es discusión, aunque algo tiene de todo ello.
   En el tiempo que dura la catequesis se perfilan una serie de dinamismos interiores que definen una acción que tiene mucho de religiosa, pero que lo es también pedagógica.
   Las referencias básicas de esa activi­dad se pue­den reducir a tres:
     -  La profesión de fe para la que hay que preparar. El hombre creyen­te procla­ma su fe en la medida en que sabe lo que dice. La catequesis prepara la inteligencia para entender.
     -  La celebración que tiene mucho de invocación y mucho de recordación. El catequista recuerda la Historia de la sal­vación y anima a dar gracias a Dios por ella.
                                                                                                          
   -  El compromiso y la aplicación a la vida de lo aprendido y de lo celebrado. El hombre creyente se compromete con lo que dice y va crean­do actitudes cristianas de conver­sión personal y de transfor­ma­ción del mundo en el que vive.
   El acto catequético hace siempre referencia, de alguna forma, a lo que el hombre debe realizar en conformidad con su fe.

 


 
 
 

 

 

   

  3. Eco de la Palabra de Dios

   En el acto catequético no basta con vivir la experiencia humana; hay que descubrir cómo cada situación o cada dato humano se iluminan por la Palabra de Dios.
     - Se hace referencia a los hechos humanos: situación o acontecimiento.
     - Se ilustra con la enseñanza expresa­da en la Escritura Santa.
     - Se vincula con la transmisión que ha hecho la comunidad cristiana.
     - Se sacan aplicaciones, nocionales, afectivas y convivenciales.
   Supone esto que se estudia, se profun­diza, se vive, en su caso celebra, con profundidad la Palabra divina. Y se deja a la propia conciencia interpelar por ella. Se orienta la propia existencia personal y solidaria desde esa Palabra divina.
   La catequesis no busca hacer hombres eruditos en conocimientos humanos, al estilo de los sabios de la tierra, que tantas cosas saben. Ni busca el conseguir hombres exper­tos y hábiles en la vida, al estilo de los triunfadores en el mundo, los cuales muestran tantas destrezas.
   Lo que busca es formar cristianos firmes y convencidos de la propia fe, la cual ellos acogen, asumen y convierten en norma de vida.
   El acto catequético es el paso que se va encauzando poco a poco a ese fin eminentemente práctico: lograr un tipo de hombre transformado por la fe dentro de una situación humana determinada.
   Para realizar esta tarea, la catequesis cuenta con una estrategia pedagógica: es la lectura de la vida hu­mana, que se consigue poco a poco y el empleo de unas referencias decisivas.
    - La Sagrada Escritura, que recoge la comunicación divina.
    - La Liturgia y la plegaria de la comunidad cristiana en la que se participa.
    - El Símbolo de la fe, que sintetiza y expresa la fe de la Iglesia.

Charles Demia, un gran catequista,

 

  -  Las enseñanzas del Magisterio eclesial, que iluminan a los creyentes.
  -  La Tradición viva de la comunidad cristiana, que reviven la Historia.
  -  La misma Comunidad en la que se actúa, se crece y se ahonda la fe.
   No es un acto litúrgico y celebrativo de plegaria y no es sólo un acto pedagógico de instrucción. Es un acto pedagógico de educación de la fe. Es eclesial.
 

 

4. Instrucción y experiencia

  La acción catequística supone una plataforma: la experiencia humana; y reclama un objetivo, la experiencia divi­na. La experiencia humana es el apoyo de partida en el acto catequético. La experiencia tiene importancia decisiva en la catequesis actual, debido a que los hom­bres, sobre todo  los niños y jóvenes, son especialmente sensibles a lo que se vive, a lo que se experimenta.
  La catequesis no se puede reducir a una simple instrucción en la doctrina cristiana. No es adoctrinamiento.
   Tampoco es una simple memorización de las verdades religiosas. El dato humano y cultural es necesario, pero con la catequesis se llega a algo más: a la aceptación, al compromiso, al sentimiento, a la proyec­ción.
   El acto catequético debe asumir la expe­riencia hu­mana para profundizar y valorar la vida de las personas y de los grupos y para descubrir la presencia de Dios en los interrogantes sinceros y en las respuestas que su Palabra suscita.
    El apoyo de la experiencia humana hace posible acomodar el acto catequético a cada persona cuya fe se trata de educar. Si falla esa experiencia, se corre el riesgo de teorizar y divagar. Por eso el acto catequético trata de acomo­darse a las circunstancias en las que se desen­vuelve cada catequizando.
   El catequista está siempre en disposición de aprovechar toda la experiencia que hay a su alcance. Por eso hace lo posible por relacionar el misterio cristiano que trata de comunicar con todos los recursos a su alcance y con la intención de hacerlo comprensible.
   Su actividad no es teológica ni socioló­gica ni tampoco sólo pedagógica. Es catequética. Ello significa que inten­ta formar la fe, la convivencia y la vida cristiana de los catequizandos.

Esquema de un catecismo doctrinal

Sentido: INSTRUIR. APRENDER.
     Transmitir "doctrina cristia­na"

 1. AMBIENTACIÓN
    Disposición de los ánimos para que se quiera aprender. Ejemplo, canto inicial. Observación.

 2. EXPOSICIÓN
    Comunicación de datos doctrinales, tanto más narrativos cuanto más pequeños son los receptores.
Implica oferta y entrega de ideas.

 3. EXPLICACIÓN
    Clarificación, normalmente mediante diálogo, y con ritmo variable según la preparación de los sujetos en general y en cada tema o contenido en particular.

 4. RETENCIÓN Y REPETICIÓN
    Se valora la memorización, lo que se llama aprendizaje o estudio.
Supone esfuerzo variable según la voluntad y la inteligencia.

 5. APLICACIÓN

    Se anima y enseñanza a poner en práctica lo aprendido a nivel personal o de la comunidad.

 

 

 

 
 

 

Esquema de un Catecismo Vivencial y Experiencial

  

  Sentido: VIVIR Y CONVIVIR
     Transmitir vida, experiencia y fe.

 1. OBSERVACION
    Recogida de la experien­cia ajena, directa o indirectamente. Encuentro con los problemas o interrogan­tes del mundo y de la vida

 2. EXPERIMENTACION PERSONAL
    Referencia al propio yo y toma de contacto directo, si es posible con lo observado fuera de mi.

 3. ILUMINACION
    Desde la Palabra de Dios se da respuesta a los interrogantes, en forma personal o compartida, y de forma suficiente y selecta.

 4. ASIMILACION
    Interpretación de lo recibido del mundo y de Dios. Relación entre ello y la propia persona: juicios, afectos, elecciones

 5. ACLARACION POSTERIOR

  Referencia a los hechos del mundo desde la razón, como camino para llegar a la fe y a la interrelación de la conciencia propia

 

   

 

Esquema de un Catecismo Constructivista

SENTIDO. Construir, Seleccionar
    Organizar y estructurar la mente

 1. AMBIENTAR
    Situar en el contexto lo que se quiere explorar, comprender o descubrir de forma animada, motivada.

 2. ANALIZAR Y SELECCIONAR
    Clarificar datos y elegir los más significativos, siempre de forma comprensiva, acogedora, cordial.

 3. DOCUMENTAR Y JUSTIFICAR
    Organizar series de ideas, argumentos, razones, pero apoyados en actitudes y sentimientos.

 4. RELACIONAR
    Clarificar y situar en mapas conceptuales y vincular de forma consistente y permanente.

  5. INTERRELACIONAR
     Conexionar con otros temas, hechos o situaciones de la vida real, personal o social.

  6. PROYECTAR A LA VIDA

    Reforzar, experimentar, clarifi­ar, compartir con otros, aplicar